Bartolomé Días-Laurel, Beato
Nació en la ciudad de los Reyes
y Puerto de Acapulco, en el Barrio del Pozo de
la Nación, aproximadamente en 1599.
En la primitiva Iglesia de Acapulco recibió los sacramentos de la iniciación cristiana.
Fue hermano lego de los Descalzos franciscanos de la Provincia de San Diego de México.
En el Convento de Nuestra Señora de Guía en Acapulco, surgió su vocación religiosa.
Ingresa para su formación al Noviciado del Convento de San Buenaventura, en Valladolid (hoy Morelia, Michoacán) donde recibió el hábito por vez primera el 13 de mayo de 1615 y por segunda ocasión el 17 de octubre de 1616; profesó como Hermano Lego el 18 de octubre de 1617.
No mucho después se ofreció para las misiones, marchando a Filipinas en 1619. Establecido en el convento de su Orden en Manila, se dedicó al estudio del japonés y a la práctica de la medicina y la enfermería. El convento tenía anexo un hospital en el que se daba acogida a los marineros y comerciantes japoneses que arribaban enfermos a la ciudad. Allí practicó la lengua japonesa y la enfermería, llegando a ser un notable profesional.
En 1623 llegó la hora de su ida al Japón, siendo asignado como compañero y ayudante del P. Francisco de Santa María. Se le ha llamado guía y vanguardia del P. Francisco, porque era Bartolomé quien programaba los viajes y actividades, y porque junto con el hermano Antonio de San Francisco estudiaba cuáles eran los sitios más seguros para conducir allí al sacerdote sin peligro. Se adelantaba él muchas veces a aquellos lugares, y llevaba personalmente sobre sus hombros el fardo con los ornamentos y enseres del culto divino.
Él y fray Antonio se encargaban también de las primeras lecciones de catecismo a los catecúmenos, quedando para el sacerdote la preparación más inmediata. Estos cursos de catequesis eran breves porque breves tenían que ser las estancias de los misioneros, pero suplía el fervor lo que el tiempo no daba de sí. Igualmente preparaban a los niños y a los demás cristianos a la recepción fructífera de los sacramentos. Atendía también a domicilio a los enfermos cristianos, y, cuando era llamado, también a los paganos, corriendo por caridad un grave peligro. Consta el amor que ponía fray Bartolomé en la preparación de los niños a la primera comunión.
Murió quemado vivo a fuego lento el 17 de agosto de 1627 en la colina de Nishizaka, en Nagasaki, Japón. Sufrió el martirio en grupo junto con él otros 14, entre laicos y un presbítero, dominicos y franciscanos. Bajo el poder del cruel y sanguinario Daifusama, Shogun del Japón, quien desató una cruenta persecución contra la fe católica. Los nombres de sus compañeros son: Francisco de Santa María (presbítero), y Antonio de San Francisco (religioso), los dos miembros de la Orden de los Hermanos Menores; Gaspar Vaz y María, esposos; Magdalena Kiyota, viuda; Cayo Jiyemon, Francisca, Francisco Kurobioye, Luis Matsuo Soyemon, Martín Gómez, Tomás Wo Jinyemon, Lucas Kiyemon y Miguel Kizayemon.
Fue Beatificado por el Papa Pío IX junto con 204 mártires del Japón, encabezados por el dominico Alfonso Navarrete, el 7 de julio de 1867 en la Patriarcal Basílica de San Pedro en Roma.
En la primitiva Iglesia de Acapulco recibió los sacramentos de la iniciación cristiana.
Fue hermano lego de los Descalzos franciscanos de la Provincia de San Diego de México.
En el Convento de Nuestra Señora de Guía en Acapulco, surgió su vocación religiosa.
Ingresa para su formación al Noviciado del Convento de San Buenaventura, en Valladolid (hoy Morelia, Michoacán) donde recibió el hábito por vez primera el 13 de mayo de 1615 y por segunda ocasión el 17 de octubre de 1616; profesó como Hermano Lego el 18 de octubre de 1617.
No mucho después se ofreció para las misiones, marchando a Filipinas en 1619. Establecido en el convento de su Orden en Manila, se dedicó al estudio del japonés y a la práctica de la medicina y la enfermería. El convento tenía anexo un hospital en el que se daba acogida a los marineros y comerciantes japoneses que arribaban enfermos a la ciudad. Allí practicó la lengua japonesa y la enfermería, llegando a ser un notable profesional.
En 1623 llegó la hora de su ida al Japón, siendo asignado como compañero y ayudante del P. Francisco de Santa María. Se le ha llamado guía y vanguardia del P. Francisco, porque era Bartolomé quien programaba los viajes y actividades, y porque junto con el hermano Antonio de San Francisco estudiaba cuáles eran los sitios más seguros para conducir allí al sacerdote sin peligro. Se adelantaba él muchas veces a aquellos lugares, y llevaba personalmente sobre sus hombros el fardo con los ornamentos y enseres del culto divino.
Él y fray Antonio se encargaban también de las primeras lecciones de catecismo a los catecúmenos, quedando para el sacerdote la preparación más inmediata. Estos cursos de catequesis eran breves porque breves tenían que ser las estancias de los misioneros, pero suplía el fervor lo que el tiempo no daba de sí. Igualmente preparaban a los niños y a los demás cristianos a la recepción fructífera de los sacramentos. Atendía también a domicilio a los enfermos cristianos, y, cuando era llamado, también a los paganos, corriendo por caridad un grave peligro. Consta el amor que ponía fray Bartolomé en la preparación de los niños a la primera comunión.
Murió quemado vivo a fuego lento el 17 de agosto de 1627 en la colina de Nishizaka, en Nagasaki, Japón. Sufrió el martirio en grupo junto con él otros 14, entre laicos y un presbítero, dominicos y franciscanos. Bajo el poder del cruel y sanguinario Daifusama, Shogun del Japón, quien desató una cruenta persecución contra la fe católica. Los nombres de sus compañeros son: Francisco de Santa María (presbítero), y Antonio de San Francisco (religioso), los dos miembros de la Orden de los Hermanos Menores; Gaspar Vaz y María, esposos; Magdalena Kiyota, viuda; Cayo Jiyemon, Francisca, Francisco Kurobioye, Luis Matsuo Soyemon, Martín Gómez, Tomás Wo Jinyemon, Lucas Kiyemon y Miguel Kizayemon.
Fue Beatificado por el Papa Pío IX junto con 204 mártires del Japón, encabezados por el dominico Alfonso Navarrete, el 7 de julio de 1867 en la Patriarcal Basílica de San Pedro en Roma.
Tomado de: http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=2272
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