sábado, 15 de agosto de 2015

Domingo XX del Tiempo Ordinario (Ciclo B)



+ Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 51-58

 En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:

 —«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.»

 Disputaban los judíos entre sí: 

—«¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?»

 Entonces Jesús les dijo: 

—«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día.

 Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida.

 El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él.

 El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. 

Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.» 

Palabra del Señor.
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Comentario:

   Un día leyendo un libro, me encontré con frases cortas que escribió un sacerdote alemán desde el campo de concentración de Dachau, sobre la Eucaristía. Su nombre es Karl Leisner. Me impresionaron tanto que sus palabras, sobretodo porque fueron escritas en medio de aquel horror. Que las puse en la sacristía y las suelo leer antes de celebrar mi primera misa que es a las 8:00 am.

   Las frases comienzan así: 
                  Ama a Cristo a la eucaristía y, serás Grande.
                  Vive en Cristo eucaristía y, alcanzarás la meta...

Y otra que me encanta es: Toda camino es difícil, pero con Dios todo camino se hace bonito.

   He querido citar hoy al beato Karl Leisner, por la fuerza de su testimonio, que con hechos nos muestra, cómo la eucaristía es ese Pan que da la vida, que colma nuestro corazón; aún en medio del peor de los infiernos. Son muchos los testimonios de los cristianos que gracias a la eucaristía han encontrado la vida, allí donde reinaba la muerte.

   Jesús en el pasaje evangélico de este domingo, nos repite por activa y por pasiva que Él es ese Pan que nos permite vivir. Todos nosotros necesitamos ser aliviados (vivir) de nuestras preocupaciones y agobios de todos los días. Y también, hemos experimentados cómo muchas veces fuimos a buscar esa paz en cisternas agrietadas (sexo, alcohol, vanidad...), y cuántas veces regresamos con la manos vacías y todavía más cansados.

  No sé tratar de decir que el mundo sea malo. No, nada de eso. Pero el mundo no colma nuestros deseos más profundos de alegría, de paz, de ilusión. Esos deseos sólo los puede colmar alguien que se entregué por completo, que no nos dé solo cosas materiales o que se dé a medias; sino que se dé Él mismo. Y ese es Cristo, que se da así mismo y por completo, por amor a cada uno de nosotros.

   Si hoy te encuentras lleno de preguntas, desanimado, desilusionado. Asiste a la Eucaristía, pero prepárate para encontrarte con tu amado, no vayas de cualquier manera.

  Virgen María, Tú eres llamada el Arca de la Alianza, permíteme experimentar la Alianza de amor que Jesús ha hecho conmigo.

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