sábado, 11 de julio de 2015

Domingo XV del T.O (Ciclo B)


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EVANGELIO 
Los fue enviando 

Lectura del santo evangelio según san Marcos 6, 7-13 

   En aquel tiempo, llamó Jesús a los Doce y los fue enviando de dos en dos, dándoles autoridad sobre los espíritus inmundos. Les encargó que llevaran para el camino un bastón y nada más, pero ni pan, ni alforja, ni dinero suelto en la faja; que llevasen sandalias, pero no una túnica de repuesto. 
   Y añadió: 
—«Quedaos en la casa donde entréis, hasta que os vayáis de aquel sitio. 
Y si un lugar no os recibe ni os escucha, al marcharos sacudíos el polvo de los pies, para probar su culpa.» 
   Ellos salieron a predicar la conversión, echaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban. 

Palabra del Señor.
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Comentario:

   La manera en que Jesús envía a sus discípulos, contrasta con el ruido y la parafernalia que reina en nuestro alrededor; y no solo eso sino también con la búsqueda obsesiva de la eficacia que muchas veces vemos en nuestras parroquias en la labor pastoral (eso va también por mi).

   Jesucristo, envía a sus discípulos desprovisto de lo mínimo que debía llevar un viajero en aquel tiempo. Pero podríamos preguntarnos ¿Era necesaria tal inseguridad para anunciar el evangelio?

   La respuesta a esta pregunta no debe convertirse en una ley, a veces será necesaria y otras veces habrá que echar mano de otros medios válidos para que el anuncio llegue de manera más clara a los evangelizados, porque podemos caer en el peligro de pensar que la mediocridad es necesaria para anunciar el evangelio.

   La pobreza con la que son enviados los discípulos, de alguna manera nos habla de una pobreza mayor que se encuentra en nuestras almas; nuestros miedos, complejos, cansancios, vacíos y pecados. El evangelizador no es una máquina perfecta que convence sólo con ver lo maravilloso que es, lo bien que lo hace todo.

   Viene a mi memoria una frase que solía decir el Papa emérito Benedicto XVI: "El cristianismo no es una filosofía, ni una manera de vivir, sino que es el encuentro con una persona, Cristo que nos salva.

   Esta frase nos advierte contra el peligro de hacer del cristianismo una serie de formulas que convenzan y tranquilicen nuestros miedos, dejando así de lado a Jesucristo que es el que nos da la salvación. A que me refiero cuando digo esto. 

   Por nuestra condición frágil y voluble, las personas tendemos a idolatrar, es decir, buscamos constantemente cosas que se puedan palpar, pesar, en pocas palabras controlar. La fe no es así, ("Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dice el Señor." Is 55, 8).


   En nuestro camino de conversión nos llevamos verdaderas 
sorpresas, cuando nos creemos que vamos fenomenal porque no caemos en grandes pecados, resulta que la soberbia y el amor propio nos corroe; porque el demonio que es muy listo nos puede curar un sabañón con tal de que nos dé un cáncer  (C. S. Lewis)

   Lo que nos pide el Señor es que sigamos confiando en Él, aun cuando todo esté patas arribas. Puede que hoy estés cansando de esperar que se solucione un problema, de buscar trabajo, de querer cambiar y no poder; lo que quiere Jesús es que abraces hoy esa cruz y la pongas a sus pies, que en medio de tu cansancio lo mires a Él. 

   Porque aunque te halles devastado, Dios puede sacar de allí la belleza.

  Virgen María, madre mía enséñanos a querer a tu Hijo, como lo has querido Tú.

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