miércoles, 15 de julio de 2015

La dictadura de la Alegría

   

  Desde hace un tiempo para acá, parece que quieren imponernos la dictadura de la alegría. Por todas partes me llegan mensajes que hacen referencia a la alegría y a la obligación de estar alegres. Pienso que peor que la tristeza, es la alegría fingida (porque no dice nada nuevo, el mundo también finge alegría para esconder sus amarguras); no hay cosa más hermosa que ser sinceros, que expresar sin rayar en lo vulgar lo que uno siente y piensa.

   Muchos santos nos animan a vivir alegres, pero la alegría de un santo es un don, en pocas palabras es un regalo; no es algo que él se imponga, como quien tiene que tomarse un pastilla para no sé qué. Admiro a esas personas que en medio de una tormenta mantienen una sonrisa pero no quieran exigir a los demás algo que es un don.

   En mi parroquia hay una señora que es muy vitalista, y casi siempre se le pasa quejando de aquellos que no son como ella; un día me toco ser testigo de verla como lloraba porque su hijo estaba pasando un problema muy gordo y, ese día se dio cuenta que su vitalismo también se podía venir abajo.

   Todo tiene su tiempo, "Tiempo para llorar y tiempo para reír (Ec. 3, 4). Jesucristo mismo ante la muerte en cruz se sintió tan afligido que sudo sangre. Santa Teresita de Lisieux una vez se encontraba muy contrariada, porque sentía que no tenía la fortaleza necesaria para enfrentar las adversidades y veía como algunas veces las cosas de fuera le turbaban; y en medio eso ella recordó como Cristo ante las cruz lo pasó tan mal, que incluso cayó tres veces llevando la cruz a cuesta; ella con mucha astucia y humildad, se dijo así misma: "Si Jesús cayó tres veces llevando su cruz, cómo pretendo yo estar de pie ante el sufrimiento como si nada"

   No pretendo yo, fomentar a que todos estemos con caras largas y avinagradas; pero hay que tener cuidado porque detrás de una obsesión por permanecer alegres se puede esconder la soberbia de  querer presentarnos ante los demás como los imperturbables; el Superman que todo lo puede o la Superwoman que todo le sale bien.

  Virgen María, causa de nuestra alegría ruega por nosotros.  

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