sábado, 5 de septiembre de 2015

Domingo XXIII del Tiempo Ordinario (Ciclo B)



EVANGELIO 
Hace oír a los sordos y hablar a los mudos

 + Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 31-37 

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos.

 Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo:

 —«Effetá», esto es: «Ábrete.»

 Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. 

Él les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: 

—«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.» 

Palabra del Señor.
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Comentario:

   Nuestras asambleas, muchas veces están llenas de personas desanimadas y quejumbrosas; porque no entienden los derroteros que lleva su vida, algunos se cansan porque ven que sus vidas no cambian, otros se encuentran agobiados de combatir el mismo pecado cada día y se preguntan ¿hasta cuándo?

   Si de algo debemos estar seguro es que Dios no ve las cosas con los ojos humanos. Cada uno de nosotros quiere medir su vida como si fuera una estadística; nos gustaría tener un medidor de fe, de éxito, de lo bien que hago todo. Eso no existe, y no es así; porque lo que tú consideras un éxito con el paso de los años puede ser tu ruina y viceversa. 

   Me viene a la memoria un anécdota que me contó una religiosa que vivió en New York. Ésta me contaba que antes de la tragedia de las Torres Gemelas, personas de los barrios más pobres envidiaban de una manera pasional a todos los que trabajaban allí, porque hasta el mas tonto ganaba un buen sueldo; pero después de la tragedia, daban gracias a Dios por no haber trabajado allí.

   El evangelio de este domingo, nos describe como llevan ante Jesús un hombre sordo, que apenas podía hablar. Fue gracias a su enfermedad (debilidad) que este hombre se encuentra con Cristo; incluso no fue él quien busco ser curado sino que el evangelio dice que se lo presentaron a Jesús; es decir, que son otros los que llevan al sordo-mudo. Lo que para esto hombre era una maldición se convirtió en una bendición, su ruina fue su felicidad.

   En la vida muchas veces para encontrarte con la felicidad, mejor dicho con Jesús, a veces y muchas veces es necesario perderte, para que te puedas encontrar. Lo que arruina una vida muchas veces no son las cosas exteriores, sino como nosotros percibimos e interpretamos esas cosas, si las pones en manos de Dios, o cada día nos levantamos endemoniados porque no nos gusta nada de lo que hacemos y vivimos.

   Lo peor que nos puede pasar es ser pesimista, perder la fe en Dios, en su providencia, porque eso nos llevaría a llevar una existencia vacía sin sentido. Y no crean que para que la vida tenga sentido hay que ser ricos, y jóvenes; porque sé muchos ricos que se han suicidado (entre ellos un amigo) y de jóvenes hundidos en las drogas porque sus vidas no tienen sentido.

   A veces los problemas de la vida nos superan, no caigas en la trampa de superarlos desde la arrogancia y chulería, más bien haste pequeño que Él te sacará.

   Virgen María, enséñame a hacerme pequeño como Tú.

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