martes, 28 de junio de 2016

Martes de la XIII semana del Tiempo Ordinario



Lectura del santo Evangelio según san Mateo 8, 23-27
En aquel tiempo, subió Jesús a la barca, y sus discípulos lo siguieron.
En esto se produjo una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas; él dormía. Se acercaron y lo despertaron gritándole:
-«¡Señor, sálvanos, que perecemos!».
Él les dijo:
-«¿Por qué tenéis miedo, hombres de poca fe?».
Se puso en pie, increpó a los vientos y al lago, y vino una gran calma. Los hombres se decían asombrados:
-«¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar lo obedecen?».
Palabra del Señor
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Comentario:
   Con la gran tecnología que existe hoy; se puede predecir casi con total exactitud cuándo habrá tormenta, calor, lluvia, etc. Pero con todo y eso, muchas veces la naturaleza nos juega unas pasadas impresionantes. De pronto un día soleado y hermoso, pasa de un momento a otro en un día gris y lluvioso.
   Los discípulos, se suben a la barca con Jesús y lo que menos imaginaban era que se desataría una tormenta de tal magnitud, al poco rato. Es lo mismo que sucede en nuestras vidas. Tú, habías previsto un matrimonio sin problemas y mira por dónde se desata la tormenta; un chico joven lleno de ilusiones y sueños de pronto ve truncado sus sueños por una circunstancia que el no preveía. Así, podríamos poner miles de ejemplos.
   La vida es esto, te subes a una barca que se llama existencia y nunca sabes dónde y cuándo se va a desatar una tormenta; al menos que decidas vivir en una pecera, donde no hay tormentas, pero aquí el agua se pudre con el tiempo.
   Uno de los errores, cuando esas tormentas se desatan en nuestras en vidas; es hacer miles de análisis. Preguntarnos, ¿por qué me pasa esto a mí?, ¿dónde estuvo el error?, ¿qué hice mal para que esto me suceda?, ¿pero si todo lo había planificado muy bien, por qué ahora esto?, ¿será castigo de Dios?. Esto es necesario algunas veces, pero no podemos enfrascarnos en una análisis eterno, pensando que sólo así se solucionará todo. Es verdad, que esto ayuda. Pero hay tantos factores que intervienen para que se desate una tormenta, que puede haber un montón de causas que contribuyan a provocar la tormenta.
   Así, que debemos tener mucho cuidado de no estar toda la vida psicoanalizándonos, haciendo un test todos los días hasta dar con la solución. Porque te aseguro que hoy es una causa y mañana otra. El demonio todo los días te invita que examines tu vida de manera obsesiva, hasta dar con la solución de tus sufrimientos, cosa que nunca llega del todo.
   Los discípulos, al sentir pavor ante la posibilidad de morir en la tormenta gritan a Jesús; ¡Señor, sálvanos que perecemos!. No les dio verguenza reconocer su inutilidad (y esos que muchos eran pescadores) ante tal tormenta (...una tempestad tan fuerte, que la barca desaparecía entre las olas). Ellos, aceptan que el único que les puede salvar de semejante caos es Dios; y gritan. Gritar, es orar, rezar, arrodillarte ante el santísimo, etc. 
   La oración es gritarle al Señor, en medio de tus tormentas. Pero puede que tu soberbia no te dejé hacer algo tan sencillo, que veas que lo mejor es pasarte la vida analizándote a ti mismo las 24 horas del día hasta dar con la solución mágica para tus sufrimientos.
   Hoy te invito a gritar al Señor en medio de tu tormenta, reconociendo que Él es el único que puede calmar la tormenta que hay en tu vida.
   Virgen María, sosiega mis ansiedades.

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