Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 1-8
En aquel tiempo, subió Jesús a una barca, cruzó a la otra orilla y fue a su ciudad. En eso le presentaron un paralítico, acostado en una camilla. Viendo la fe que tenían, dijo al paralítico:
-«¡Animo, hijo!, tus pecados están perdonados».
Algunos de los escribas se dijeron:
-«Éste blasfema».
Jesús, sabiendo lo que pensaban, les dijo:
-«¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir: “Tus pecados te son perdonados”, o decir: “Levántate- y echa a andar”? Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados – entonces dice al paralítico -: “Ponte en pie, coge tu camilla y vete a tu casa”».
Se puso en pie, y se fue a su casa.
Al ver esto, la gente quedó sobrecogida y alababa a Dios, que da a los hombres tal potestad.
Palabra del Señor.
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Comentario:
Hoy resulta muy difícil hablar del pecado, porque se ha decidido que no existe. El pecado se redujo a un afán de la Iglesia por querer dominar a las personas y así de esta forma tenerlas sometidas a la misma. También, se ha dicho que el pecado es una represión; y así no se puede vivir, que lo mejor es dar rienda suelta a nuestras pasiones para vivir mejor y ser más felices. No hace falta ser muy listo, para mirar un poco a tu alrededor y fijarnos en qué ha mejorado el mundo, desde que la humanidad optó por negar el pecado.
No es negando el problema cómo se soluciona la cosa. Vivimos una esquizofrenia colectiva; la gente con tal y no vivir en la realidad se inventa cualquier cosa para huir de sus sufrimientos, de sus errores, en definitiva de sus pecados. Y para muestra un botón. En estos días me sorprendió mucho una noticia, que decía que hay entre los jóvenes un colectivo que reclama sus derechos porque ellos se siente que son animales atrapados en un cuerpo humano. Aquí os dejo el link por si queréis echarle un vistazo: http://www.alertadigital.com/2016/02/05/tras-la-identidad-de-genero-llega-la-identidad-de-especie-una-joven-noruega-asegura-ser-una-gata-atrapada-en-el-cuerpo-de-una-mujer/
Bien, que me estoy desviando de lo que quería decir. Jesús al hombre del evangelio le dice una vez que le ha perdonado sus pecados; que se levante y coja su camilla. Quizás estamos acostumbrados a pensar que el pecado es algo que afecta solo a mi salvación o que los efectos del pecado se manifiestan sólo a nivel espiritual; que nada tiene que ver con la realidad. Este hombre del evangelio tiene años postrado en su camilla, es un paralítico que no conoce más que aquello donde le llevan. Este paralítico de alguna manera se acostumbró a vivir así; fijaros que no le dice a Jesús que lo cure, simplemente lo ponen delante de Jesús y le cura.
El pecado tiene esa capacidad de dejarnos paralíticos de perder la capacidad de movernos, por miedo a perder nuestras seguridades. El pecado entumece nuestras piernas, por el miedo que nos da salir, experimentar cosas nuevas. El pecado nos ata a él, haciéndonos creer que sin él no seremos felices, y es aquí donde comienza nuestra parálisis. No podemos buscar a Dios, ni al prójimo; por el miedo que tenemos a perder nuestro estatus de pecador satisfecho. Nos pasa como aquel famoso, personaje de la película el "Señor de los anillos"; que por la obsesión de poseer su anillo, no se daba cuenta de que su vida se iba consumiendo.
Si te encuentras postrado en tus pecados, oye al Señor que te dice: "Ponte en pie". Ponerse en pie el señal de dignidad, de alegría. No dejes que hoy el demonio te diga que no tienes esperanza porque eres un gran pecador o porque crees que es tarde para rehacer tu vida; eso es totalmente mentira. El demonio sabe que si te pones en pie, experimentaras de la alegría que el Señor nos ha traído con su salvación.
María nuestra Madre, que es refugio de pecadores nos ayude a levantarnos del pecado.
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