"El orden lleva a Dios"...
Hace muchos años cuando era seminarista, escuche esta frase por vez primera; sinceramente me pareció una frase poco agradable, me daba la sensación que estaba sacada del diccionario de un perfeccionista, el cual vive obsesionado por imponer el orden.
Hace unos meses para acá, esta frase me viene dando vueltas no sé por qué. Pero reflexionando; ya la frase no me disgusta, por el contrario me parece muy acertada. Con el paso de los años en mi vida sacerdotal, he visto que uno de los efectos del pecado cuando logra instalarse en nuestro corazón es el desorden, que nos lleva a vivir con desasosiego, inquietos, en pocas palabras trastornados.
Que nadie se asuste; pero esto es una realidad que yo mismo experimento cuando el pecado echa raíces en mi corazón.
Este desorden nos lleva a la inquietud, a no poder estar tranquilos en nada, a querer probar de todo. Pero el mismo desorden nos impide acercarnos a Dios, debido a que la humildad de Dios nuestro mismo desorden la rechaza, porque está guiado por la soberbia.
La inquietud que se instala en nuestro corazón lo que busca es el ruido, las sensaciones mas extrañas, las experiencias más extravagantes. Creo que a todos nos ha pasado alguna vez, que no estamos bien en ningún sitio en cuánto llegamos nos queremos marchar, encendemos la televisión y enseguida la apagamos para poner la radio. No quiero decir con esto que siempre sea por causa del pecado, pero si es cierto que el pecado deja en nosotros un sentimiento de vaguedad, intranquilidad.
Para romper con esa intranquilidad, fruto del desorden lo que nos puede ayudar es permanecer. Muchas personas cuando vienen muy heridas al confesionario, quieren soluciones mágicas, que todo pase rápido. Es la tentación de lo inmediato. Es por ello, que el desorden nos lleva de aquí para allá, porque quiere respuestas inmediatas que calmen sus miedos, su mal humor, su sensación de debilidad. El demonio conoce muy bien ese sentimiento es por ello que ofrece engañosamente respuestas rápidas a nuestros problemas; no fue a caso lo que hizo con Jesucristo en las tentaciones del desierto (Mt 4, 9...Todo esto te daré si postrándote me adoras).
Manos a la obra; paciencia si alguno se encuentra en la tribulación que Dios siempre viene en nuestro auxilio.
Gracias por compartir. Me gusta esta frase. Me hace mucho sentido.
ResponderEliminarHace 7 años la escuché por primera vez a una docente de la universidad...igual me pareció sacada del cajón de un perfeccionista, rígido, inflexible...Hoy tiene más sentido y la comprendo mejor.
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