miércoles, 14 de agosto de 2013

Evangelio de hoy...



Del santo Evangelio según san Mateo, 18, 15-20

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: Si tu hermano peca, repréndelo a solas entre los dos. Si te hace caso, has salvado a tu hermano. Si no te hace caso, llama a otro o a otros dos, para que todo el asunto quede confirmado por boca de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad, y si no hace caso ni siquiera a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano. Os aseguro que todo lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo, y todo lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. Os aseguro, además, que si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir algo, se lo dará mi Padre del cielo. Porque donde dos o tres están reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.


Palabra del Señor.

Comentario:

   Decía uno: que no hay peor castigo, que no ser castigado. En el evangelio de este día se nos habla de la corrección fraterna; cosa nada fácil. Primero, por los respetos humanos; muchas veces son tan fuertes que, que preferimos callarnos, fingir; antes que corregir al prójimo. Este respeto humano, es un exceso de preocupación por el juicio de los demás hacia nosotros; tanto es así, que preferimos, ver cómo el hermano se hunde en su miseria antes que corregirlo.

   Debemos, pedir a Dios que nos de la gracia de corregir al hermano; digo corregir, no abochornar, humillar, etc. La corrección jamás debe ser una humillación.

   La segunda dificultad, es más difícil, creo yo. Porque corregir, quizás nos cuesta, pero a fin de cuentas; puede que te dé un cierto gusto, al creerte superior al prójimo. Aceptar la corrección, que otros hagan sobre nosotros, es más difícil; de hecho los salmos, en varias ocasiones piden que Dios les libre de la arrogancia; ¿Quién conoce sus faltas? Absuélveme de lo que se me oculta. Preserva a tu siervo de la arrogancia, para que no me domine: así quedaré limpio e inocente del gran pecado (Sal. 19, 13). Fijaros, como llama al pecado de la arrogancia, "el gran pecado".

  El arrogante es aquel, que no se deja corregir, porque se cree que todo lo sabe, que todo lo puede; y que los demás, son los que se equivocan; él nunca pasará por esa humillación. El arrogante se pone, en el centro de su vida. Arrogante, es el personaje que Jesús describe, cuando nos relata la parábola del rico, que tenía tantos vienes, que debe derribar sus graneros; para hacer unos más grandes. Este hombre se siente tan lleno de sí mismo, que no tiene la capacidad de ver que es una criatura, que tendrá que morir algún día; se siente tan seguro de sí, que ni remotamente se plantea la posibilidad de morir.

   Hermanos, pidamos al Señor; que también nos libre del gran pecado de la arrogancia.

   Virgen María, Tú te entregaste completamente al Padre; y nos lo mostraste cada día de tu vida; concede a tus hijos la gracia de perseverar en el camino de la fe. 

   

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