martes, 5 de julio de 2016

Martes XIV del Tiempo Ordinario

Mariquita, Insecto, Naturaleza

Lectura del santo Evangelio según san Mateo 9, 32-38
En aquel tiempo, le llevaron a Jesús un endemoniado mudo. Y después de echar al demonio, el mudo habló.
La gente decía admirada:
– «Nunca se ha visto en Israel cosa igual».
En cambio, los fariseos decían:
– «Este echa los demonios con el poder del jefe de los demonios».
Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia.
Al ver a las muchedumbres, se compadecía de ellas, porque estaban extenuadas y abandonadas, como ovejas que no tienen pastor».
Entonces dijo a sus discípulos:
– «Las mies es abundante, pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande trabajadores a su mies».
Palabra del Señor.
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Comentario:
   En nuestra era, tan sofisticada y eficiente casi nadie habla de la Divina Providencia. Esto es algo pasado de moda, algo que utilizaban nuestros abuelos cuando no tenían ni idea de nada; echaban mano de esta excusa para no asumir responsabilidades. En cambio gracias al progreso, nosotros no tenemos que recurrir a la Divina Providencia porque somos lo suficientemente autónomos, como para saber lo que queremos, cuándo lo queremos y por qué lo queremos. 
   El hombre que no espera nada, sino solo en lo que él pueda conseguir; acaba desquiciado, porque hasta en las cosas más pequeñas acaba perdiendo el control. Hace poco algunas encuestas demostraban que España dentro de unos años, acabará siendo un país de viejos, porque nadie quiere tener hijos. Es más, hoy por hoy las muertes superan a los nacimientos. Esto evidencia que solo cuando nos apoyamos en nuestra capacidad de organizar las cosas, el mundo se convierte en algo hostil y lo mejor es quedarnos solos, para así evitar problemas (Es caso de Inglaterra), cosa que es una utopía.
   La Divina Providencia, la explican muy bien los judíos; ellos la describen de una manera muy clara. La Divina Providencia, es como una paloma que viene huyendo de un águila, y en su huída esta paloma, se va resguardar en la grieta de una roca; pero mira por dónde de la grieta sale una serpiente que abre sus fauces para engullir a la pobre paloma y, en ese momento entre el águila que viene detrás y la serpiente que está delante; aparece la Mano de Dios rescantando a la paloma y salvándola de tal desgracia. 
   El evangelio de esta mañana, aparecen endemoniados, enfermos, extenuados, etc. Y lo que menos se pensaban ellos, es que podían ser curados de sus dolencias. Y es que a veces en nuestra vida nos pasa que hasta que no estamos con el agua hasta el cuello no dejamos a Dios las riendas de nuestras vidas. El demonio nos hace creer que lo mejor es que solo te fíes de ti y de tus cualidades; y solo pensar en abrirte a la Divina Providencia te da pánico, es como si fueras inmolar tu cuerpo a las llamas. 
   Ayer hablé con amigo sacerdote que está en misión en un sitio muy difícil, y a cada momento le preguntaba pero cómo haces para esto, para aquello; y su respuesta siempre era la misma Dios provee. Sinceramente me salía envidia de ver tanta fe, tanta paz y alegría que transmitía este sacerdote. Estos son los trabajadores que necesita el Señor en su mies, verdaderos testigos de que Dios es un Padre que cuida de sus hijos, pero cuando estos se fían de Él.
   Virgen María, danos la gracia de fiarnos de Dios cada día de nuestras vidas.

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