Del santo Evangelio según san Mateo 11, 25-27
En aquel tiempo, Jesús dijo: «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce bien al Hijo sino el Padre, ni al Padre le conoce bien nadie sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar».
Palabra del Señor.
Comentario:
Casi siempre al hablar de pequeños o sencillos en la Biblia, viene a nosotros una imagen un poco melosa de lo que es un sencillo, parece que es uno que siempre anda con la mirada baja, que no rompe un plato, que casi no se le escucha cuando habla. El sencillo en la Biblia es la persona que no se apega a sus proyectos e ideas, que no le importa comenzar de nuevo; aunque a cometido muchísimas veces el mismo error se levanta y comienza otra vez.
Una de las figuras que representa la sencillez en la Biblia es aquel hijo que el Padre envía a trabajar a la viña y este le responde que no; pero al final cambia de parecer y va a la viña (Mt. 21, 28-32). Así, es el sencillo que vive de alguna forma desapegado de sus criterios; esto no quiere decir que no tiene carácter, o que no defienda lo suyo cuando haga falta por la verdad; sino que más bien el sencillo no le importa reconocer donde esta la verdad y, si para esto hace falta abandonar sus criterios lo hace, aunque para él signifique cambiar de rumbo en su vida.
En cambio, el sabio es aquel que prefiere hundirse con todo, antes que dar su brazo a torcer, solo vive por y para sus criterios, planes y proyectos, aunque estos lo lleven a la ruina, porque prefiere zozobrar pero siempre con su Yo muy elevado. Este sería el segundo hijo de la parábola antes comentada, le dice al Padre "si voy a trabajar a la viña", para luego no ir; este segundo hijo, en su corazón se sentía superior al Padre, sus criterios y razones pesaban más que todo aquello que le pueda decir este, esta tan apegado a sus reglas, que en su corazón sólo hay un principio de vida: "prefiero, naufragar antes que dar la razón al otro, pero eso sí; será mi naufragio".
María, que te hiciste pequeña, enséñanos a amar la sencillez.
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