viernes, 12 de febrero de 2016

Evanhelio de hoy Viernes después de Ceniza



Evangelio de hoy

Lectura del santo evangelio según san Mateo (9,14-15):

En aquel tiempo, se acercaron los discípulos de Juan a Jesús, preguntándole: «Por qué nosotros y los fariseos ayunamos a menudo y, en cambio, tus discípulos no ayunan?» 
Jesús les dijo: «¿Es que pueden guardar luto los invitados a la boda, mientras el novio está con ellos? Llegará un día en que se lleven al novio y entonces ayunaran.»

Palabra del Señor

Comentario:

   Este evangelio nos presenta una situación, que posiblemente para algunos pueda parecer obsoleta; porque el ayuno hoy por hoy no goza de mucha popularidad. Muchos hoy ven sus beneficios terapéuticos para el cuerpo, pero se olvidan de que también es de gran ayuda para el alma, para nuestra vida interior. En pocas palabras para acercarnos a Dios.

   Bien, no quiero hacer aquí una justificación del ayuno. Lo que quiero decir, es que en tiempos de Jesús, entre los judíos creyentes, era habitual el ayunar; incluso creo que lo hacían dos veces a la semana. Pero el ayuno, se había desvirtuando perdiendo su finalidad, y se había convertido un en medio más para engordar el ego, el orgullo; por esto Jesús denuncia que los escribas y fariseos ayunaban para ser vistos por los demás.

   Casi seguro, que hoy nuestra manera de engordar nuestro ego no sea el ayuno, pero si hay un montón de cosas de las que nos valemos para satisfacer nuestro orgullo, incluso las cosas santas, las cosas buenas; las pervertimos para valernos de ellas para buscar saciar nuestra autoestima.

   Jesús responde a quienes le reprochan que sus discípulos no ayunan, que si están con el Novio no se puede estar de luto. Es interesante esta respuesta, porque lo importante es estar con el Novio. Muchos de nosotros, desde que nos levantamos hasta que nos acostamos estamos de luto. Y qué significa esto. Significa que todos estamos buscando la vida en cosas caducas, perecederas. 

   Tú y yo ponemos nuestra felicidad, nuestra vida en cosas que no sacian nuestro corazón, porque perecen, mueren y así todo el día estamos de luto, de mal humor. Ponemos la vida y buscamos la autoestima en que todo nos salga bien; en ser un super cura, una madre perfecta, en un trabajo perfecto, en el novio/a perfecto, en la familia ideal, en la parroquia perfecta, etc. Y así nos pasamos día si y día también con caras de amargados y solo sabemos exigir a los demás porque por culpa de ellos las cosas no me salen bien; ¡Ay, si tuviera otra esposa...!, ¡Ay, no soy feliz por este trabajo...!, !Ay, la culpa de mi infelicidad es de este o de aquel...!

   Pregúntate con quién estás hoy. Estás buscando tu felicidad en crear la familia perfecta, la parroquia perfecta, la misión perfecta o estás con el Novio que es Cristo y que nadie nos podrá quitar. Como dirá San Pablo quién nos podrá separar del amor del Dios, ¿el hambre? ¿la angustia? ¿la desnudez?...Coloca aquí aquello que temas que te puede separar del amor de Dios, porque tampoco lo hará...

   Virgen María, sana nuestros corazones destrozados.

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