Del santo Evangelio según san Lucas 12, 49-53
He venido a arrojar un fuego sobre la tierra y ¡cuánto desearía que ya estuviera encendido! Con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla! ¿Creéis que estoy aquí para dar paz a la tierra? No, os lo aseguro, sino división. Porque desde ahora habrá cinco en una casa y estarán divididos; tres contra dos, y dos contra tres; estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra.
Palabra del Señor.
Comentario:
Hoy, estas palabras del evangelio; nos puede sonar fuertes, incluso chocantes, ya que Jesús nos habla de que viene a encender un fuego, y también de que no ha venido a traer paz sino división. Pero, muchas veces en la vida es necesario, ponerse serios, de no andar con medias tintas.
Cuando la mentira, se instala en en una sociedad de manera contundente y persuasiva; es necesario decir las cosas, no con una voz tan tenue, que ni se escuche; sino fuerte y, con valor. Nos está tocando vivir unos tiempos, donde la mentira ocupa el espacio de la verdad. Esto es muy peligroso, porque cuando la verdad desaparece del horizonte de la persona; aparece la tiranía de los deseos, de los gustos. Esta tiranía, que al principio puede parecer algo inofensivo; nos va llevando a la locura; sencillamente porque acaba sacándonos de quicio, descentrándonos; ya que hoy nos gusta una cosa, y dentro de un rato lo que no nos gustaba, comienza a gustarnos otra vez. No por casualidad, una de las especialidades médicas más solicitadas hoy por hoy, es la psiquiatría y la psicología.
Si la verdad, no existe y, todo es relativo; el hombre se convierte en un errante, va de un sitio a otro, sin tener donde llegar. Fijaros, que el cristiano es peregrino, pero no somos errantes; porque tenemos donde llegar, tanto aquí en esta tierra (la voluntad de Dios), como en la otra vida.
Por esto no nos debe extrañar, que Jesús hoy se ponga serio, porque no puede permitir (si nos ama), que nos adormilemos, que nos entra la modorra; y nos conformemos, con cualquier baratija.
Virgen María, Tú que eres fuerte como la Torre de David; da nos la fuerza de permanecer firmes en la carrera que hemos iniciado.
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