lunes, 5 de agosto de 2013

Evangelio de hoy...

 

Del santo Evangelio según san Mateo 14, 13-21
 
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan el Bautista, se marchó de allí en barca a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos. Al desembarcar vio Jesús el gentío, le dio lástima y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle: Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a las aldeas y se compren de comer. Jesús les replicó: No hace falta que vayan, dadles vosotros de comer. Ellos le replicaron: Si aquí no tenemos más que cinco panes y dos peces. Les dijo: "Traédmelos". Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente: Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce cestos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.


Palabra del Señor. 

Comentario:
 
   Dadle vosotros de comer... Cómo se le ocurre a Jesús, pedir tal cosas a sus discípulos, de dónde van a sacar ellos tanta comida. En la multiplicación de los panes de Juan (Jn. 6, 6), incluso hace una aclaración, dice: Esto lo decía para probarlos. El Señor quiere probar, educar a sus discípulos que a lo largo de toda su vida se encontrarán con situaciones que no podrán con ellas.

  Imaginaos la situación; rodeados por una multitud hambrienta y, en medio de la nada. Esto era algo insuperable para los discípulos; lo mismo pasa con nosotros a veces, nos vemos rodeados, quizás no de multitud, pero si de varios problemas; y estamos todo el día dándole vueltas a la cabeza a ver como los arreglo. Los discípulos son humildes y reconocen su impotencia, y pobreza; pero aun así se la ofrecen a Dios, le dice solo hay esto; cinco panes y dos peces.

   Si hoy, te encuentras en una situación similar a la de los discípulos, rodeado de muchas cosas, y no sabes que hacer, ponte delante de Dios; y dile, Señor solo tengo esto; incluso solo le podrás ofrecer tu nada. Pero esto, es lo más importante porque cuando vemos nuestra nada y la aceptamos; es cuando dejamos a Dios ser Dios.

   Deja hoy, ser Dios a Dios de tu vida y, de tus problemas; no quieras, como cuando se le enseña a escribir a un niño, cogerle la mano para que haga lo que tú quieras. Deja incluso, que si es su voluntad, fracases en todo, porque solo así descansaremos; y diremos como Sta. Teresa: solo Dios basta... 

   María, Virgen de la esperanza; no permitas que nuestros agobios nos la robe. 

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