En aquel tiempo, la fama de Jesús llegó a oídos del tetrarca Herodes, y él dijo a sus allegados: «Este es Juan el Bautista; ha resucitado de entre los muertos, y por eso se manifiestan en él poderes milagrosos». Herodes, en efecto, había hecho arrestar, encadenar y encarcelar a Juan, a causa de Herodías, la mujer de su hermano Felipe, porque Juan le decía: «No te es lícito tenerla». Herodes quería matarlo, pero tenía miedo del pueblo, que consideraba a Juan un profeta. El día en que Herodes festejaba su cumpleaños, la hija de Herodías bailó en público, y le agradó tanto a Herodes que prometió bajo juramento darle lo que pidiera. Instigada por su madre, ella dijo: «Tráeme aquí sobre una bandeja la cabeza de Juan el Bautista». El rey se entristeció, pero a causa de su juramento y por los convidados, ordenó que se la dieran y mandó decapitar a Juan en la cárcel. Su cabeza fue llevada sobre una bandeja y entregada a la joven, y esta la presentó a su madre. Los discípulos de Juan recogieron el cadáver, lo sepultaron y después fueron a informar a Jesús.
Palabra del Señor.
Con este evangelio, me viene a la cabeza una anécdota de cuando era seminarista; y es que un día en la Eucaristía, comentó el vice-rector a manera de broma: "veis como se puede perder la cabeza, por bailar con una mujer". ¡A lo mejor no era tan en broma..!
Para mí este evangelio, retrata de una manera muy especifica, lo que puede hacer en nosotros el pecado. Toda la tradición de la Iglesia, coincide en que la madre de todos los pecados es la soberbia. La soberbia, es como esa tierra abonada de la cual florecen los demás pecados, se cual sean.
Fabrice Hadjadj, en su libro "La fe de los demonios", dice que el problema de este pecado, es que es el más espiritual; y lo explica más o menos de esta forma. El demonio, no posee los pecados que más nos repugnan a los hombres, no es borracho, lujurioso, adultero; el demonio el único pecado que tiene y por el cual fue condenado es la soberbia, la cual lo ha llevado a todo lo demás.
Y esto es lo que lleva a Herodes, a tomar la decisión de decapitar a San Juan bautista; el sabía que le estaba prohibido estar con la mujer de su hermano (y a quien no...), y esto lo llevo a encarcelar a San Juan bautista, porque le ponía en la verdad. Esto pasa hoy, muchos tienen la creencia, que si acallan a la Iglesia el pecado pasaría hacer algo bueno; el problema para estos es que piensan, que decapitando la verdad, la mentira pasaría a ocupar su lugar; y entonces sería viable vivir en el pecado. Pero las consecuencias del pecado, están allí nos guste o no.
La pretensión de querer vivir en el pecado, como si fuera le verdad; es como el que maquilla el cadáver de una persona y, cree que por esto seguirá vivo. Los primeros días puede que no se note, pero cuando empiece a oler; por mucho maquillaje que le pongamos nada podrá ocultar ya la falsa. El problema no es tanto el pecar, porque te puedes levantar, sino querer vivir en él como si fuera la verdad.
María, Reina de las familias haz que podamos educar a los jóvenes en la verdad.
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