sábado, 10 de agosto de 2013

Evangelio de hoy...

 

Del santo Evangelio según san Juan 12, 24-26

En aquel tiempo Jesús dijo a sus discípulos: en verdad, en verdad os digo que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. El que ama su vida, la pierde; y el que odia su vida en este mundo, la guardará para una vida eterna. Si alguno me sirve, que me siga, y donde yo esté, allí estará también mi servidor. Si alguno me sirve, el Padre le honrará.



Palabra del Señor.

Comentario:


   Hace tiempo leí, la frase de un filosofo (del cual no me acuerdo), que decía; quien no tiene porque morir, tampoco tiene porque vivir. Vivimos tiempos, que lo que prima es huir de toda responsabilidad, esto parece el ideal de vida perfecta. Zygmunt Bauman, es un sociólogo polaco; que ha descrito nuestra sociedad, como la "sociedad líquida"; donde todo es transitorio; el amor se reduce a lo efímero; hoy estoy, pero mañana no (es la pasión de una noche, de meses). Como ya no hay certeza de nada; la vida se convierte es una especie de bufé, donde cada una va picando un poco de allí y de allá; hasta que acabamos empachados, con náuseas ante todo lo que nos rodea.

   Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda él solo; pero si muere, da mucho fruto. Que frase tan actual la este evangelio, cuántas soledades hay en nuestra sociedad, muchas veces estamos abundando en bienes perecederos, pero cuánta soledad en las vidas de las personas; por no poseer el bien con mayúsculas que es el amor, y no cualquier amor, sino el amor de Dios, pero para llegar al amor de Dios, pasamos por el amor al prójimo.

   Es verdad que hay que morir, para dar fruto; pero es una muerte gratificante. Es la muerte del alpinista, que al llegar a la sima; ve con alegría y júbilo, que ha valido la pena todos los esfuerzos y sufrimientos, para llegar hasta allí. Sin estos esfuerzos y penas, llegar a la cumbre sería algo frustrante.

   Y que más recompensa podemos pedir; el mismo Jesucristo ha dicho, que donde esté El, estaremos también nosotros.

   Virgen de la Esperanza, consuela nuestras corazones atribulados, con tu paz.

 

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