LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN LUCAS 10, 38-42
En aquel tiempo, entró Jesús en una aldea, y
una mujer llamada Marta lo recibió en su casa. Esta tenía una hermana
llamada María, que, sentada a los pies del Señor, escuchaba su palabra. Y
Marta se multiplicaba para dar abasto con el servicio; hasta que se
paró y dijo:
-- Señor, ¿no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano.
Pero el Señor le contestó:
-- Marta, Marta: andas inquieta y nerviosa
con tantas cosas: solo una es necesaria. María ha escogido la parte
mejor y no se la quitarán.
Palabra del Señor.
Comentario:
María ha escogido la mejor parte y no se la quitarán... Creo que está es la llave que nos abre el evangelio de hoy para entenderlo un poco más. Todo en la vida se esfuma, cambia y varía. Cuantos de nosotros no hemos oído a alguien, o nosotros mismos lo hemos dicho "tanto trabajar para nada..." "llega este/a y se olvidan de mi". Esto lo escuchamos mucho en las madres, "he dado la vida por estos hijos y al final se casan y se van".
Es así nos guste o no, en la vida todo tiene un ocaso, todo llega y todo pasa; menos el amor de Dios, esto no pasa nunca, está allí incluso aunque tú no estés. Pero entonces, ¿qué hacemos?, no hacemos nada, o nos tomamos la vida como si nada importara. La respuesta la tenemos en la primera lectura, Abrahán se esmera en preparar para estos tres visitantes lo mejor; incluso le mete prisa a su mujer Sara; pero fijaros en un detalle, después de haber preparado todo, dice que se queda de pie junto a estos tres personajes (los Santos Padres decían que eran imagen de la Trinidad).
Esta debe ser nuestra actitud, trabajar pero sin separarnos del que Es y nos da la Vida. San Agustín tenía un principio, fundamental en la vida de todo cristiano, y es este: "Haz todo, cómo si todo dependiera de ti, pero sabiendo que todo depende de Dios"
Hermanos, no olvidemos que la mejor parte no te la podrán quitar; te podrán quitar la fama, los afectos, el trabajo, el honor, incluso la vida; pero el amor de Dios no te lo podrán quitar.
Virgen María, Reina de la paz infunde en nuestros corazones la paz que solo Jesús sabe dar.
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