jueves, 25 de julio de 2013

Evangelio de hoy...



Del santo Evangelio según san Mateo 20, 20-28


Entonces se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo con sus hijos, y se postró como para pedirle algo. Él le dijo: «¿Qué quieres?» Ella le dice: «Manda que estos dos hijos míos se sienten, uno a tu derecha y otro a tu izquierda, en tu Reino». Replicó Jesús: «No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber la copa que yo voy a beber?» Le dicen: «Sí, podemos». Les dijo Jesús: «Mi copa, sí la beberéis; pero sentarse a mi derecha o mi izquierda no es cosa mía el concederlo, sino que es para quienes está preparado por mi Padre. Al oír esto los otros diez, se indignaron contra los dos hermanos. Mas Jesús los llamó y dijo: «Sabéis que los jefes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los grandes las oprimen con su poder. No ha de ser así entre vosotros, sino que el que quiera llegar a ser grande entre vosotros, será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros, será vuestro esclavo; de la misma manera que el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos». 

Palabra del Señor.

Comentario:

   El hecho de que hoy estemos celebrando la fiesta de Santiago apóstol, es por la sencilla razón de que un día pasaba por su lado uno llamado Jesús, mientras él y su hermano Juan con su padre remendaban las redes; y los llamó (Mt. 4, 21).

   Muchas veces, Jesús nos llamará a lo largo de nuestra vida, pero surgirá ese temor en nosotros a dejar las cosas conocidas, lo que ya sabemos cómo es; que produce en nosotros una cierta complacencia. Pero que casi siempre nos termina encerrando en una vida aburrida y monótona. 

   Lo desconocido, no tiene porque ser sinónimo de sufrimiento, o de algo malo. Lo que si es cierto es que lo desconocido, produce una inquietud, porque ya no actúas de una forma mecánica. Pero quién de nosotros de jóvenes, no eran esa ganas de aventura lo que movía nuestras vidas, cuántos de nosotros no soñábamos con aventuras heroicas; y no importaba si pasábamos hambre o sed, porque lo importante no era el tener, sino el ser; y mucho más atractiva era una vida llena de sentido, aunque esto implicará pruebas.

  Hoy Jesús, pasa junto a nosotros y nos llama; quizás no para seguirle cambiando de lugar geográfico, pero sí, para cambiar de actitud, que el cambio se dé en nuestras almas. Este cambio puede venir perdonando a un enemigo, abriéndote a la vida y aceptando el nacimiento de un niño/a (que por lo demás no sabes si a lo mejor será ese niño tu mayor alegría en la vejez), ayudando al necesitado pero no solo con migajas, vivir en castidad, respetar a tu novio/a, ayudando en casa en vez de esperar que te lo hagan todo.

   Sigamos hoy al Señor, aunque pueda que sintamos miedo por lo incierto, recuerda que el pecado pueda que produzca en nosotros una cierta seguridad; pero no hay sitio más seguro que la tumba.

  Virgen María, causa de nuestra alegría, haz que podamos abrir nuestras vidas a Cristo. 

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