jueves, 23 de abril de 2015

Crecerá tanto la iniquidad...(Mt. 24, 12)

                  


                                             Caín y Abel


 Violencia o ser tonto.

   Desde hace varios años venimos siendo testigos de la permanente crecida de la violencia (injusticia) mundial a niveles apocalípticos. La saña contra los bebes no nacidos; cada vez se perfecciona más las técnicas para abortar. La eutanasia que es la planificación sistemática de cómo quitarte de encima a alguien que consideras inútil.

   Partiendo de estos dos fundamentos, el aborto y la eutanasia y nuestro silencio cómplice antes estas dos tragedias. Cómo nos vamos extrañar que los Musulmanes radicales maten a los cristianos o que un dictadorzuelo como Maduro tenga sometido a todo un país a sus paranoias egocéntricas, y que el mundo este sometido a todas clases de mafias (narcotráfico, prostitución infantil, tráfico de humanos, corrupción, etc.)

  "Crecerá tanto al iniquidad..." La palabra "iniquidad" en arábigo tiene el significado de «doblar» o «desviarse del camino».  Hoy es común que no normal ser inicuo, vivir en la maldad; y esto es algo que al ser común parece la forma normal para salir adelante en la vida, para alcanzar lo que queremos, para hacer justicia de nuestros enemigos.

   En estos días con todo lo que está sucediendo en mi país Venezuela, me surge la rabia por la impotencia y esto es una puerta abierta para que entre la venganza y la violencia por la rabia reprimida.

   Como sacerdote, observo que es la tentación más fácil de caer y que disculpamos; es utilizar la violencia y el odio para alcanzar un bien que se nos debe y que no llega.

   Cuando Cristo es tentado en el desierto, el demonio no le tienta con cosas descabelladas o siniestras simplemente le invita a lograr el bien que su Padre Dios parece que no puede darle (pan, fama, riqueza). Esto lo vemos todos los días a nuestros alrededor y en nosotros mismos, buscamos desesperadamente obtener el bien solo basados en su nuestra voluntad y no en la de Dios. En pocas palabras tratamos de hacer la justicia que nadie nos ha hecho.

   Pero el peligro de esta tentación es que no vemos mal en lo que hacemos, porque justificamos nuestro actuar en que alguien me ha hecho una injusticia y yo debo reparar el mal cometido hacia mi posibilidad de ser feliz. Los terroristas justifican sus locuras en este principio, los ladrones, los corruptos. Pero no vayamos tan lejos en nuestra vida diaria actos de este tipo se dan a cientos cuando queremos machacar a aquel que nos ha hecho algún daño.

   Y este es el juego del demonio, que echemos los demonios con el poder de belcebú, es decir, que entremos en un espiral de violencia y odio justificado en alguna injusticia cometida hacia nosotros sea del tipo que sea; porque lo importante no es la injusticia ingerida, sino que de ella se vale el diablo para hacerte en uno más sus secuaces.

  Debemos más que nunca rezar para mantenernos firmes, y no sucumbir en la lógica tentación de hacer el mal para obtener un bien.

   

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