(Mt 7,6.12-14): Entrad por la entrada estrecha; porque ancha es la entrada y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella; mas ¡qué estrecha la entrada y qué angosto el camino que lleva a la Vida!; y pocos son los que lo encuentran».
Del evangelio de hoy, me quiero quedar con esta frase, porque más de uno al leerla puede desanimarse y decir: pues, si para hacer el bien la puerta es estrecha, estamos perdidos.
Puede parecer, a primera vista que esto va contra la naturaleza del hombre, que nos gusta todo fácil, sin el menor esfuerzo. Eso en parte es verdad, pero cuando el hombre está motivado es capaz de realizar cosas inimaginables, y al final lo que más llena el corazón del hombre, y lo que más alegra nuestro espíritu es haber combatido, ya que es en ese combate donde todos encontramos el verdadero regocijo.
Fijaros, os pongo un ejemplo para que veáis como lo que llena el corazón del hombre es combatir, luchar por lo que quiere aunque esto pueda significar esfuerzo y trabajo. Imaginaos un alpinista, que quiere escalar el monte más alto del mundo, y otro alpinista que también quiere hacer lo mismo; pero a uno le ofrecen llevarlo en helicóptero, y otro sólo se puede valer de sus esfuerzos. Al llegar a la cima los dos, cuál de ellos sentirá más satisfacción y alegría. Creo que la respuesta es obvia.
Esto mismo pasa con el Camino de la Vida, puede que cueste más pero satisface más. Lo fácil, no es sinónimo de felicidad, es fácil caer en la droga pero qué difícil dejarla, es fácil caer en el vicio de la lujuria pero cuánto daño, es fácil envidiar pero cuánto sufrimiento para el que la padece...
Por esto hermanos que no nos engañe, el demonio al oir lo de la puerta estrecha y la ancha. Porque lo que nos debemos preguntar es en que puerta soy feliz.
Que la Virgen Estrella de la Mañana, nos ayude siempre a encontrar el buen camino.
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