(Lc 1,57-66.80): Se le cumplió a Isabel el tiempo de dar a luz, y tuvo un hijo...
En la biblia aparecen varios casos de madres que tienen sólo un único hijo (Isaac, Sansón, Samuel y el mismo Jesucristo). Es interesante, como todos estos hijos únicos fueron un gran consuelo para sus madres estériles; pero ninguna se apropia del hijo salido de sus entrañas, sino que lo ofrecen a Dios, de quien lo han recibido.
Muchos de nosotros hacemos todo lo contrario en nuestra vida diaria, estamos queriéndonos apropiar de todo los que nos rodean, no ya en el plano material, sino espiritual. Muchos de los dones que el Señor nos da, nos gustaría encontrar la manera de tener el control sobre ese don (amor, oración, prudencia, castidad, alegría, etc.).
No soportamos la sensación de vacilación que rodea hasta nuestra vida espiritual, nos gustaría tener la certeza de que mañana, también contaremos con los dones que el Señor nos ha dado hoy. Esto es algo de lo cual el demonio se aprovecha muy bien, porque solemos plantearnos cosas a largo o corto plazo, y decimos: ¿podré yo con esta, o con aquella situación?
Esto nos llena de angustia y miedo, por un no sé qué... ¿Y... si mañana ¿y... si no puedo?. Fijaros que al hablar de la Gracia nunca se nos hablará de la Gracia futura, sino sólo de la Gracia presente; Dios nos da la Gracia para el momento actual, por eso al mirar al futuro, solo desde un punto de vista humano, nos llena de miedo y, congojo, porque lo estás mirando solo con tus fuerzas, sin contar con la gracia de Dios, que actúa en aquel que se fía de El, y no del que se quiere apoderar de la Gracia para que nunca le falten las fuerzas.
Que la Virgen poderosa, acuda siempre en nuestro auxilio, cuando nos falten las fuerzas.
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