lunes, 10 de junio de 2013

Evangelio de hoy...


 



(Mt 5,1-12): En aquel tiempo, viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo...

   Una vez leyendo un comentario sobre este evangelio, el comentarista comparaba, esto de estar en el monte, con el vientre de una mujer embarazada, y es que todas las grandes experiencias de Jesús, e Israel son en un monte.

  La intención del comentarista al decir, que el Monte de las Bienaventuranzas es como el vientre de una mujer, es para decir que el cristiano dentro de sí, está gestando una nueva vida pero al igual que un embarazo lleva su tiempo, para que se forme dentro de sí, ese hombre nuevo.

  Esta imagen tan tierna y real, es verdad. Todos al leer las bienaventuranzas vemos una lejanía muy grande entre estas y lo que es nuestra vida. Bienaventurados los pobres... Quién de nosotros no anhela ser el primero, que nos consideren más que a los demás. Y así, podríamos ir haciendo una comparación entre nuestras vidas y las bienaventuranzas, para darnos cuentas de que estamos a años luz.

  Pero, el error es que leemos las bienaventuranzas como una promesa ya cumplida. Estas promesas, al igual que ocurre en un embarazo, se van realizando poco a poco, todo a su tiempo. Lentamente iremos gestando dentro de nosotros ese hombre nuevo, porque recordemos que para discernir hay que vivir; cuántas veces hemos experimentado la amargura del pecado. Pues, es gracias a esa experiencia tan amarga como llegamos a las bienaventuranzas; como sucede con el hijo pródigo, la adultera, etc.

  Así, que si hoy al leer las bienaventuranzas surge dentro de ti, una tristeza por lo lejano que estás de esta realidad, recuerda que estas gestando, y que esta gestación nos llevará toda la vida; porque en la vida espiritual nada está ganado para siempre, a lo mejor hoy puedes amar a tu enemigo, para ya mañana es otra cosa. Así, que no pierdas la paz, levántate y sigue andando.

  Que Maria, Reina de los martíres, nos ayude a ser testimonio de Cristo en nuestra sociedad.

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