miércoles, 8 de enero de 2014

Evangelio de hoy...

 
 
Lectura del santo evangelio según san Marcos (6,34-44):

En aquel tiempo, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma.
Cuando se hizo tarde se acercaron sus discípulos a decirle: «Estamos en despoblado, y ya es muy tarde. Despídelos, que vayan a los cortijos y aldeas de alrededor y se compren de comer.»
Él les replicó: «Dadles vosotros de comer.»
Ellos le preguntaron: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?»
Él les dijo: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.»
Cuando lo averiguaron le dijeron: «Cinco, y dos peces.»
Él les mandó que hicieran recostarse a la gente sobre la hierba en grupos. Ellos se acomodaron por grupos de ciento y de cincuenta. Y tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos para que se los sirvieran. Y repartió entre todos los dos peces. Comieron todos y se saciaron, y recogieron las sobras: doce cestos de pan y de peces. Los que comieron eran cinco mil hombres.

Palabra del Señor
 
Comentario:
 
Hoy es día ocho de enero, y puede que para alguno ya sienta que estamos en septiembre, o marzo; no  lo sé. Pero a donde quiero llegar, es que apenas han pasado ocho días del año nuevo, pueda que sintamos que ya es un año muy viejo. Estamos llenos de preocupaciones, de agobios, de montones de proyectos por cumplir, con la sensación que la vida es un fatalismo que todas esas ilusiones del final de año quedaron atrás.
 
  Si es así, si hoy te sientes envejecido, sin ganas de nada. Pues, fíjate en evangelio que nos presenta la Iglesia para este día. Los apóstoles se encuentran con un problemon. Tienen delante una multitud hambrienta; y ¿qué es lo más fácil?; despedirlos para que ellos mismos se resuelvan sus problemas, y a ellos que los dejen tranquilos. Pero como siempre el Señor, parece que pide lo imposible: «Dadles vosotros de comer.» 
 
   Los discípulos asustados se dirían entre si, ¿es qué se ha vuelto loco?, ¿cómo pretende que nosotros calmemos el hambre de esta multitud?. Los apóstoles le presentan sus dudas: «¿Vamos a ir a comprar doscientos denarios de pan para darles de comer?» Al igual que tu y yo, estamos todo el día dudando de Dios; ¿y cómo me sacará de aquí? ¿cómo resolverá este o aquel problema?
 
   Jesucristo, sin embargo no se centra en la duda, sino que les dice: «¿Cuántos panes tenéis? Id a ver.» Lo mismo hace Jesús con nosotros nos dice ¿con qué contáis?; no mira lo que nos falta, sino que nos anima, a ofrecer lo poco que tenemos, que en realidad es nada en comparación con las situaciones que a veces nos rodean y nos desbordan.
 
   Pero sin embargo Dios te dice; qué tienes, con qué cuentas. Es verdad que es poco, pero debes ponerlo. La oración puede que te resulte poquísima cosa cuando estás ahogado pero Jesús te dice; ponte a rezar, o lo mismo podríamos decir de ir a misar, de confesar, de dar limosna (esto ya no nos parece poca cosa).
 
  Debemos de dejar de lamentarnos, y poner lo poquito que cada uno pueda, Dios no te pide cosas imposibles; esas las hace Él, a ti y a mi nos dice dame lo poco que tienes, que el milagro lo hago yo. Pero debemos poner ese poco. Puede pasar, que tú creas que es muy poco, que no vale ni la pena; pues, no importe ponlo, que de los demás se ocupará Dios.
 
   Virgen María, tú nos enseñaste a hacer lo poco que podamos, cuando dijiste sí al ángel, enséñanos a no despreciar lo poquito que podamos hacer. 

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