jueves, 16 de junio de 2016

Jueves de la XI semana del T.O


Lectura del santo Evangelio según san Mateo 6, 7-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Cuando recéis, no uséis muchas palabras, como los gentiles, que se imaginan que por hablar mucho les harán caso. No seáis como ellos, pues vuestro Padre sabe lo que os hace falta antes que lo pidáis. Vosotros orad así:
“Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo, danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden, no nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal”.
Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, también os perdonará vuestro Padre celestial, pero si no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestras ofensas».
Palabra del Señor.
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Comentario:
   Un día, un monje le preguntó a su Abad; ¿qué importancia tiene la oración para un cristiano?, el Abad sujetó al monje por la cabeza y lo hundió en el río, cuando el monje empezó a desesperarse por la falta de aire, el Abad lo soltó y le dijo; así cómo no podemos vivir sin respirar, ni cinco minutos; así debe ser la oración para un cristiano.
   Una de las graves fallos de los cristianos es que no oramos. Dedicamos horas a tantas actividades, que pensamos que orar es una pérdida de tiempo para llegar a todo lo que tengo por delante. El Papa emérito Benedicto XVI, en su primer libro de Jesús de Nazaret; comenta que una de las causas por la que nos alejamos de Dios (o dejamos de rezar), es el AGOBIO. Vivimos tan agobiados, por tantas causas (deudas, trabajo, metas, etc.); que éstas nos alejan de Dios, ya que pensamos que alejándonos de Dios, ganaremos más tiempo para dedicarnos a salir de nuestros problemas.
   Pienso que otra causa, de las muchas que hay por las que dejamos de rezar; es la falta de esperanza (soberbia disfrazada de tristeza). Cuando nos vemos rodeados de tantos problemas (hijos con problemas de drogas, deudas, pecados graves, amargura, falta de trabajo, problemas económicos, etc.). Lo primero que puede venir a mi mente es: ¿De qué vale orar ante estas dificultades tan grandes?. La soberbia de creernos que nuestro problema es tan grande que no tiene solución, ni Dios puede arreglar nada.
   Más de una vez, nos puede atacar este pensamiento; es tan grave mi pecado, mi situación; que no hay remedio. Esto es un pecado contra la esperanza, que viene del demonio. Es así, como logró que Judas se ahorcara ante la falta de esperanza por lo que había hecho. 
   No sé cuál es hoy tu situación; qué tan mal estés. Solo sé que sea donde estés ponte de rodillas y ora a Dios, grita al Señor que él te salvará. Y visita al Señor presente en el Sagrario, que las horas que pasamos ante Él son nuestra mejor inversión.

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