Uno de los peligros más graves de nuestra sociedad es que todo es opinable, todo el mundo sabe de todo, se sienta un famoso a hablar sobre el matrimonio, y lo creemos porque lo ha dicho fulano de tal que es artista. Fijaros que curioso, muchas feministas que manifiestan su odio al matrimonio, luego trabajan para un hombre, le aguantan todas sus patanerias sin rechistar, porque es el que les paga. Por lo menos en el matrimonio puedes gritar también.
Hace veinte años atrás era impensable que se pusiera en duda, en qué momento un feto empezaba a ser persona; o sobre el matrimonio, si era entre dos hombres, dos mujeres o mujer y hombre. En fin que estamos discutiendo sobre cosas evidentes.
El filósofo, Robert Spaeman en unos de sus libros dice: que las cosas evidentes, no se demuestran sino que se muestran. Es decir, están allí, y sólo hay que reconocerlas. Pero vivimos en una época en que reina un subjetivismo, en pocas palabras que lo que vale es cómo yo veo las cosas, y no como las cosas son en sí.
Debemos recordar que el primer subjetivista es el demonio, porque siempre nos lleva a interpretar todo desde mi postura, me hace ver lo que yo quiero para justificar mi pecado. Nos muestra la realidad de una manera abstracta, confusa. El demonio le encanta generalizar, no le gusta lo concreto; porque sabe que en ese terreno nos encontraremos con la verdad.
Hay muchas personas que en su combate contra alguna tentación siempre generalizan, no concretizan. Por ejemplo si tienes un problema con alguien, el concretar es muy bueno; como llamarle, aclarar las cosas; siempre decimos, ¡no, ya llamaré!
Ser concreto, es como subir una escalera hay que ir escalón por escalón. Un día conversando con un joven, que me contaba que tenía problemas con la pornografía, le decía que concretará en su combate, que hiciera pequeñas cosas pero que darían fruto a su tiempo, como sacar el ordenador (computador) de la habitación, pide ayuda, etc. El demonio odia que concretemos, porque sabe que así iremos poco a poco encontrando la solución a nuestros problemas.
Una vez, confesando a una señora que siempre me decía que no limpiaba su casa porque le daba mucho agobio ver tanto desorden, yo le decía, señora no la limpie toda de golpe, sino poco a poco; un día recoge, una cosa y mañana otra, así con calma lo logrará.
Para Terminar os dejo con el decálogo de la serenidad del beato Juan XXIII, que me ayudó mucho en una época que sólo veía desorden en mi vida, y me desesperaba porque, quería solucionar todo en un día.
1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto: cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie, sino a mi mismo.
3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino en este también.
4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que las circunstancias se adapten todas a mis deseos.
5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura; recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
7. Sólo por hoy haré por lo menos una cosa que no deseo hacer; y si me sintiera ofendido en mis sentimientos procuraré que nadie se entere.
8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré cabalmente, pero lo redactaré. Y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
9. Sólo por hoy creeré firmemente aunque las circunstancias demuestren lo contrario que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie existiera en el mundo.
10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y de creer en la bondad.
Puedo hacer durante un día lo que me descorazonaría si pensase tener que hacerlo durante toda mi vida.
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