Fiesta de: Santa Brígida, religiosa, patrona de Europa.
Lectura del santo evangelio según san Juan (15,1-8):
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mi no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
Palabra del Señor
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mi no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará. Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
Palabra del Señor
Comentario:
Muchos de vosotros sabéis, que una de las cosas que caracteriza al pueblo de Israel, es la escucha; es tanto así, que para algunos maestros de Israel el primer mandamiento dado por Dios a su pueblo no es, "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza" (Dt. 6, 5), sino "Escucha Israel..." (Dt. 6, 4).Y no creo que estos estén muy lejos de la realidad, porque si tu oído está cerrado no puede enraizar en ti la palabra de Dios.
El escuchar implica en nosotros un acto de la voluntad, es decir, que al escuchar de alguna forma nos implicamos con aquello que nos dicen; es por esto que no es lo mismo escuchar que oír. El oír es algo que se puede hacer de manera desinteresada aunque lo estés oyendo.
En este trozo del evangelio que la Iglesia nos regala hoy, Jesús se está despidiendo de sus discípulos; son los llamados "discursos de despedida" de San Juan, que tienen lugar después de la última cena.
En este fragmento Jesús está dando la clave de bóveda, el eje de la vida de un cristiano, que lo hemos escuchado muchas veces pero es conveniente escucharlo todo los días. Les dice a sus discípulos: ...Sin mi no podéis hacer nada. Fijaros que no dice, podéis hacer las cosas a medias o un poco, Jesús nos dice SIN MI NO PODÉIS HACER NADA.
¡Ay!, si nos creyéramos estas palabras cuántos problemas nos ahorraríamos a nosotros y a los demás, cuántos sufrimientos...
Una de mis labores pastorales es visitar enfermos; en el territorio parroquial hay varias residencias, y a mi me toca visitarlas; ya sea para celebrar la misa o dar la unción de enfermos, etc. Y nunca dejará de sorprenderme ver la debilidad que envuelve al ser humano; cómo ésta, está allí desde el inicio de nuestra vida pero siempre la hemos camuflado con la arrogancia, el ímpetu o con la falsa idea de que seremos eternamente jóvenes.
Nuestra soberbia se revuelve, cuando escucha éstas palabras de Cristo "sin mi no podéis hacer nada..." Muchos replicarán, ¡hombre...! si yo he hecho esto y aquello. Cómo se ve que no nos conocemos, que no hemos experimentado de verdad nuestra pobreza y debilidad, y ver que todo es Gracia.
Se dice que el peor pecado es la soberbia, pero dentro de la soberbia hay un escalafón y, lo peor de la soberbia es querer realizar el bien sin Dios, de espaldas a Dios, ya que no nos hace falta porque somos bastante grandecitos para saber vivir. Ese es unos de los peligros de nuestros tiempos ser religiosos pero sin Dios. Se escucha habitualmente todo los días, hablar de ser buenos, de amar, etc., pero como se fuéramos una ONG. Entonces, estaríamos cometiendo el peor pecado querer salvarnos sin Dios, sino ser auto-salvados.
En muchas predicaciones y charlas, se escucha pocas veces hablar de Cristo a muerto y resucitado por nosotros, para darnos la vida; que Él es nuestra salvación. Es como si la salvación fuera solo una experiencia psicológica o simplemente aprender a vivir.
Cito de memoria unas palabras del Papa emérito Benedicto XVI: el cristianismo no es un modo de vida, ni una filosofía, ni una ética; sino un encuentro personal con Cristo.
Tal vez hoy estés agobiado, cansado o aburrido de tu vida; y la raíz de esto puede estar en que aun no has escuchado bien lo que nos dice Jesús: "Sin Mi no podéis hacer nada..." Ahora queda de nuestra parte abrir, aunque sea una pequeña rendija para que entre en nuestra vida la Gracia de Dios. Hace cuánto tiempo no confiesas, no te sientas delante del Sagrario a hablar con Dios o simplemente estar allí con El; pues, hoy puede ser ese día.
Virgen María, tú que eres la Estrella de la mañana, ilumina mis largas noches, cuando me embargue la duda.
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