Pedro de Tsetinia, Santo
Hay personas que marcan toda una época y
estilo de vida, incluso cuando son reyes de un pueblo.
Sienten la necesidad de estar llenos de Dios y vacíos de muchas tontadas que se nos acumulan en la vida. Balduino, rey de Bélgica, dijo un día estas palabras:"El Señor nos ha concedido una gracia al hacernos sentir un vacío ante todo lo que no es él".
Este joven era originario de Niegouch, Montenegro. Debió ser un chico muy bien dotado en los valores que dan consistencia a la persona.
A los 12 años entró ya de monje. Tenía firmemente arraigada la fe. Y como consecuente con ella, dedicó toda su vida a defender a su pueblo para que nunca la perdiera.
Supo llevar muy bien tanto el gobierno de su pequeño reino del que era el soberano, como la pastoral y la dirección espiritual del mismo, ya que era el metropolita.
En su tiempo había luchas entre clanes rivales. Con sus dotes de gobierno y la santidad de su propia vida logró que todos se entendieran e hiciesen las paces.
Cuando el peligro provenía del exterior, también tuvo arranque y valor para combatir – como soberano – contra los ejércitos del mismo Napoleón I.
Consiguió dominarlo en la batalla de Boka. Esto contribuyó a que su fama corriera por Europa como la espuma.
En el trato con los otros demostraba su recia personalidad, su bondad e indulgencia para con los demás, pero era muy exigente consigo mismo.
Aunque fue el príncipe y obispo de Montenegro, llevó una vida personal parecida más bien a la de asceta o monje.
Sienten la necesidad de estar llenos de Dios y vacíos de muchas tontadas que se nos acumulan en la vida. Balduino, rey de Bélgica, dijo un día estas palabras:"El Señor nos ha concedido una gracia al hacernos sentir un vacío ante todo lo que no es él".
Este joven era originario de Niegouch, Montenegro. Debió ser un chico muy bien dotado en los valores que dan consistencia a la persona.
A los 12 años entró ya de monje. Tenía firmemente arraigada la fe. Y como consecuente con ella, dedicó toda su vida a defender a su pueblo para que nunca la perdiera.
Supo llevar muy bien tanto el gobierno de su pequeño reino del que era el soberano, como la pastoral y la dirección espiritual del mismo, ya que era el metropolita.
En su tiempo había luchas entre clanes rivales. Con sus dotes de gobierno y la santidad de su propia vida logró que todos se entendieran e hiciesen las paces.
Cuando el peligro provenía del exterior, también tuvo arranque y valor para combatir – como soberano – contra los ejércitos del mismo Napoleón I.
Consiguió dominarlo en la batalla de Boka. Esto contribuyó a que su fama corriera por Europa como la espuma.
En el trato con los otros demostraba su recia personalidad, su bondad e indulgencia para con los demás, pero era muy exigente consigo mismo.
Aunque fue el príncipe y obispo de Montenegro, llevó una vida personal parecida más bien a la de asceta o monje.
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