miércoles, 9 de octubre de 2013

Evangelio de hoy...

 
 
Lectura del santo evangelio según san Lucas (11,1-4):

Una vez que estaba Jesús orando en cierto lugar, cuando terminó, uno de sus discípulos le dijo: «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.»
Él les dijo: «Cuando oréis decid: "Padre, santificado sea tu nombre, venga tu reino, danos cada día nuestro pan del mañana, perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe algo, y no nos dejes caer en la tentación."»

Palabra del Señor
 
   La petición que le hacen los discípulos a Jesús, «Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.» , debemos hacerla nuestra, debemos pedir esto constantemente.
 
   Uno de los peligros en la oración es confundirla con una simple técnica, como si fuera yoga. Debemos tener cuidado de no caer en esta trampa, que parece que todo depende solo de la disposición del que ora; la oración es un don, por tanto debemos aceptar nuestras debilidades a la hora de orar. Mucha gente me dice, padre es que cuando estoy orando se me va el santo al cielo, por eso no lo hago. Precisamente es eso lo que quiere el maligno que dejes de orar; recuerda que orar es un combate, si rezas y te vas por las nubes no te agobies, vuelve otra vez con tu pensamiento a Dios.
 
  Otra tentación a la hora de rezar, son los malos pensamientos. Recuerdo una vez, que estaba haciendo el rosario, y de pronto me vinieron unos pensamientos horribles; enseguida dejé de rezar por el miedo que me dio. Justo ese día leí, en un libro que precisamente eso era lo que quería el enemigo, que por los pensamientos impuros dejara de rezar. Así, que cuando reces y te ataquen pensamientos de cualquier tipo, déjalos estar; sí, has leído bien déjalos y veras como poco a poco perderán su fuerza. Y no te asustes sean los pensamientos que sean.
 
   Un pretexto, a la hora de ponernos a rezar; es alegar que no tenemos tiempo. Has oído alguna vez que alguien muera de hambre, por no tener tiempo para comer. Pues, yo nunca lo he escuchado. Decir que no tenemos tiempo para rezar, es un engaño; el problema no está en tener o no tiempo, sino, que no lo consideramos importante, sino sacaríamos tiempo de donde sea. Dice un autor, dime cuánto rezas y te diré cuánto necesitas de Dios.
 
  Con la oración pasa como el que tiene anemia; que dice, no como porque no tengo hambre, y como no tengo hambre no como. En pocas palabras, el que no reza entra en un círculo vicioso, que poco a poco le va llevando a la anemia espiritual, y en la que nunca tendrá ganas de nada.
 
  Pidamos hoy a Jesús, que también nos enseña a orar, ya que de allí pende toda nuestra vida.
 
   Virgen María, da nos un corazón dispuesto a convertir su vida en oración. 

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