sábado, 19 de octubre de 2013

Evangelio de hoy...

Lectura del santo evangelio según san Lucas (12,8-12):

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: «Si uno se pone de mi parte ante los hombres, también el Hijo del hombre se pondrá de su parte ante los ángeles de Dios. Y si uno me reniega ante los hombres, lo renegarán a él ante los ángeles de Dios. Al que hable contra el Hijo del hombre se le podrá perdonar, pero al que blasfeme contra el Espíritu Santo no se le perdonará. Cuando os conduzcan a la sinagoga, ante los magistrados y las autoridades, no os preocupéis de lo que vais a decir, o de cómo os vais a defender. Porque el Espíritu Santo os enseñará en aquel momento lo que tenéis que decir.»

Palabra del Señor
Comentario:
   Cuando estaba en la etapa de la juventud, me daba mucha vergüenza que mis amigos me vieran en misa, o que supieran que me iba de convivencia; muchas veces mentía, o me ponía a la altura de mis amigos para que quedará claro que yo también era uno de ellos. Pero con el tiempo me fui dando cuenta, que esa vida que el mundo nos propone no me llenaba, hasta tal punto que un día caí en una depresión porque me había dedicado totalmente al mundo, y a Dios le tenía muy apartado.
  Podemos pensar que ponerse de parte de Dios, o dar la cara por Dios, nos puede parecer que perjudicará nuestra vida, que perderemos amigos, que te tildarán de tonto, etc. 
  Pero hagamos una pequeña reflexión. Las personas que dan la cara por el mundo cómo acaban; incluso el vivir en pecado, se convierte es una especie de religión. El pecado se apodera de lo que es tu vida. Hace poco leía el testimonio de un chico, que estaba adicto a la pornografía; y este contaba, cómo acabo perdiendo su trabajo, y casi hasta su familia; porque poco a poco esta adicción le fue poseyendo cada vez más.
  Así que el problema no es dar la cara o no; sino, por quién la das. Si la das por el pecado, te guste o no, acabarás mal, vacío, triste, amargado. Porque el pecado es como esas películas malas, que comienzan bien, pero después te arrepientes de haberlas vistos. En cambio quien se pone de parte de Dios, es verdad que tendrás persecución, criticas, y puede que incluso hasta el martirio. Pero es que acaso no vale la pena morir por la Verdad.
  Decía uno, "quien no tiene algo porque morir, tampoco tiene porque vivir". Y es que una vida apoyada en la mentira, al final acabada aburriendo, y mirando la vida con hastío.
  Virgen María, madre de la Esperanza; no dejes que nunca viva en el hastío. 

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