Sinforiano de Autun, Santo
Este joven francés nació en
Autun en el siglo II y murió en el tercero.
Tenían lugar las grandes celebraciones en honor de la diosa Cibeles, mujer del Tiempo, madre de Júpiter, de la tierra y de la a agricultura. Se la sacaba en procesión por las bellas calles de Autun. Sinforiano se mondaba de risa al ver este espectáculo.
Al ver que llamaba la atención y turbaba el normal desenvolvimiento de la procesión , el juez le mandó llamar.
El juez no sabía que era un joven muy instruido y que pertenecía a una de las familias cristianas de la ciudad.
El juez, llevado de su envidia e ira, le condenó por doble crimen: el de sacrilegio y desobediencia a las leyes imperiales. El joven le dijo que la estatua de la Cibeles era simplemente un demonio disfrazado.
Se sintió tan ofendido el juez Heraclio que mandó azotarlo y meterlo en la cárcel. Intentó, de buenas formas, convencerle. No fue posible el arreglo. Entonces, sin razón alguna, lo envió a ser decapitado.
Mientras iba al suplicio, escuchó a su madre que le decía:"¡Animo, hijo mío. No eches de menos este mundo ya que vas al paraíso".
Sinforiano volvió la cabeza hacia ella con la cara alegre. La madre tuvo el valor de ver morir a su hijo siendo coherente con su fe.
Junto con San Furseo es el santo protector contra las cataratas oculares.
Tenían lugar las grandes celebraciones en honor de la diosa Cibeles, mujer del Tiempo, madre de Júpiter, de la tierra y de la a agricultura. Se la sacaba en procesión por las bellas calles de Autun. Sinforiano se mondaba de risa al ver este espectáculo.
Al ver que llamaba la atención y turbaba el normal desenvolvimiento de la procesión , el juez le mandó llamar.
El juez no sabía que era un joven muy instruido y que pertenecía a una de las familias cristianas de la ciudad.
El juez, llevado de su envidia e ira, le condenó por doble crimen: el de sacrilegio y desobediencia a las leyes imperiales. El joven le dijo que la estatua de la Cibeles era simplemente un demonio disfrazado.
Se sintió tan ofendido el juez Heraclio que mandó azotarlo y meterlo en la cárcel. Intentó, de buenas formas, convencerle. No fue posible el arreglo. Entonces, sin razón alguna, lo envió a ser decapitado.
Mientras iba al suplicio, escuchó a su madre que le decía:"¡Animo, hijo mío. No eches de menos este mundo ya que vas al paraíso".
Sinforiano volvió la cabeza hacia ella con la cara alegre. La madre tuvo el valor de ver morir a su hijo siendo coherente con su fe.
Junto con San Furseo es el santo protector contra las cataratas oculares.
Tomado de: http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=12043
No hay comentarios:
Publicar un comentario