martes, 22 de julio de 2014

No todo el mundo es malo...

Ireneo Jacinto (Joaquín Rodríguez Bueno), Beato 
 Ireneo Jacinto (Joaquín Rodríguez Bueno), Beato

En el noviciado, esta alma dulce, sencilla y dócil se fundió sin dificultad en el molde de la Regla y en el sello recibido. Por eso no conoció deformación posterior. El Hno. lreneo Jacinto vio declinar su salud un tanto durante su Escolasticado, con el consiguiente deterioro de sus estudios. Fuertes y frecuentes dolores de estómago le obligaron a un régimen severo y a pesada dependencia del Hno. Enfermero, a quien obedecía aún en las prescripciones más molestas.

Enviado al Escolasticado de Griñón, en donde continuó hasta 1930, recuperó allí, con la influencia del buen clima madrileño, todo su vigor. Finalizada su formación, fue enviado al Colegio de Las Maravillas, el cual hubo de abandonar el 11 de mayo de 1931, cuando el establecimiento fue presa de la tea de los incendiarios. Las casas de Chiclana, Jerez y Cádiz disfrutaron del trabajo del joven Hermano. Llamado a Madrid en 1934, ejercitó su celo en la escuela de Santa Susana, en el suburbio madrileño.

Profesor metódico y sobre todo apostólico, supo en todas partes conquistarse el cariño de sus alumnos, que correspondían a su abnegación. ¡Qué cuidado y cuánto tiempo empleaba en la corrección de los deberes escritos! Nada se le hacia duro, tratándose de procurar el progreso intelectual y moral de sus alumnos.
 
 Su muerte...
  
Mientras el Hno. Director era víctima de las brutalidades de aquellas fieras, los seis restantes lograron escabullirse por una salida posterior del edificio. El Hno. lreneo Justino halló asilo en casa de un vecino, próxima a la Escuela, inquieto por la suerte de su hermana, se creyó en la obligación de cerciorarse sobre ella. Fue fatal su decisión. Reconocido y denunciado a los milicianos como religioso disfrazado, fue detenido y fusilado en el camino del cementerio de Las Ventas. Era el 22 de Julio de 1936.

Un hombre de bien, vecino de aquel contorno, declaró posteriormente haber sido testigo, desde el balcón de su casa, de la ejecución de un religioso, que bien podría haber sido el Hermano Ireneo. Se disparó sobre él varias veces y se apedreó su cadáver con cuanto tuvieron a mano los verdugos.

Falleció a los 26 años, 9 de vida religiosa y 2 de profesión perpetua. Fue fusilado en Madrid, por odio a la fe, el 22 de Julio de 1936.

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