Abba Juan Colobos:
Se contaba de Juan
Colobos que, habiéndose retirado con un Anciano tebano en Escete, moraba
en el desierto. Su abba, tomando una rama seca la
plantó y le dijo: "Cada día riégala con un cántaro de agua, hasta que
produzca fruto". El agua estaba tan lejos que era necesario partir a la
tarde y regresar a la mañana siguiente. Al cabo de tres
años, la madera revivió y produjo frutos. Entonces el Anciano, tomando
este fruto lo llevó a la Iglesia y dijo a los hermanos: "Tomad, comed el
fruto de la obediencia".
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