sábado, 18 de enero de 2014

Evangelio del Domingo...

 
 
Lectura del santo evangelio según san Juan (1,29-34):

En aquel tiempo, al ver Juan a Jesús que venía hacia él, exclamó: «Éste es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Ése es aquel de quien yo dije: "Tras de mí viene un hombre que está por delante de mí, porque existía antes que yo." Yo no lo conocía, pero he salido a bautizar con agua, para que sea manifestado a Israel.»
Y Juan dio testimonio diciendo: «He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma, y se posó sobre él. Yo no lo conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me dijo: "Aquél sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ése es el que ha de bautizar con Espíritu Santo." Y yo lo he visto, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios.»

Palabra del Señor
 
Comentario:
 
   Me resulta curioso, que en el evangelio de este domingo aparezca por dos veces en boca de San Juan Bautista la frase: "Yo no lo conocía". Se podría dar varias explicaciones sobre esta frase. Pero a mí me llama la atención que el Bautista siendo primo de Jesús, no lo conociera, ni que María nunca le dijera nada sobre su Hijo; es más ni su madre Isabel le contará nada sobre aquella visita de María; donde Isabel reconoce que María es la madre del Señor (Lc 1, 39-45).
 
   No pretendo desvelar el misterio; eso será unas de las tantas cosas que puede que pregunte al llegar al cielo (Si voy). Pero si me quiero valer de esto tan curioso, para hablar sobre la imposibilidad, que tenemos todos de conocer a Jesús. Con esto me quiero referir, a que Jesús es inagotable; con Él no existe la rutina. Nunca le llegamos a conocer, ya que siempre supera nuestras expectativas.
 
   Algunas veces nos encontramos envueltos en una nube de desesperanza, ya sea por nuestros pecados, o por la realidad que nos rodea. Parece que ya el Señor ya no tiene nada que hacer con nosotros, ni con nuestras vidas; es como si estuviéramos metidos en una habitación, que se hace cada vez más chica, llegándonos a producir asfixia. 
 
   Es aquí donde el demonio entra en escena, y nos pinta un futuro horrible donde todo palidece, y nos va haciendo una descripción detallada de nuestra vida amargada y triste; mostrándonos así, una imagen de un Jesús débil, pobre, que no puede sacarnos de ese foso en el que estamos. 
 
   Pero cuando recurrimos a Jesús, a los sacramentos buscando su ayuda y fortaleza el Señor hace en nosotros una creación nueva. Es entonces, como con San Juan Bautista podemos decir: "Yo no lo conocía." Porque teníamos una imagen de Jesucristo empañada por nuestra desesperanza y tibieza, pensado que nuestro pecado, o nuestro sufrimiento es más grande que la gracias de Dios.
 
   Virgen de la esperanza, no permitas que el demonio empañe en mi la imagen de Cristo.   

No hay comentarios:

Publicar un comentario