jueves, 11 de julio de 2013

Evangelio de hoy...

   
      


  Del santo evangelio según san Mateo (Mt 19,27-29):

   En aquel tiempo, Pedro dijo a Jesús: «Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?». Jesús les dijo: «Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del hombre se siente en su trono de gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna».

  Hoy es la fiesta de San Benito Abad. Nace en el 480 a. C.; en plena decadencia del imperio romano, es un tiempo muy convulso ya que todo en lo que se fundaba la vida del imperio y por tanto de sus habitantes se derrumba. Un tiempo en que el hombre ante tanta insatisfacción, desengaño y tristeza, recurre a sus más bajas pasiones para intentar robarle a la vida un poco de alegría.

   En medio de esta realidad decadente, aparece san Benito; que abandonando Roma se retira al desierto para encontrarse con el Señor. Deja todas sus posesiones, y va al desierto a buscar un sentido a la vida, una esperanza en medio de tanta fatiga y tristeza. 

   Es sorprendente, la similitud entre la sociedad de san Benito y la nuestra. Nosotros, que vivimos una época de decadencia y desilusión; en la que parece que no hay nada que hacer, que sólo nos queda sumarnos a la locura social en la que vivimos sino te tachan de intolerante, homófobo, etc. Pues, en medio de esa oscuridad surgió una luz que era san Benito, indicando con su vida que otro camino era posible, que había esperanza para un hombre que parece que lo único que podía hacer era revolcarse en el fango, ya que no había otra opción.

  El mensaje de san Benito fue de una esperanza y consuelo tan grande, que se propaga enseguida por todos lados. Y es el mismo mensaje que da hoy a nuestra sociedad: ¿Cómo revolcarnos en el fango, cuando estamos hechos para volar?; pero, como nos da miedo preferimos no intentarlo, y sólo porque no nos fiamos de aquel que nos ama aunque seamos malvados y pecadores.

  A lo mejor, más de uno hoy se encuentra tan cansado y agobiado, que siente que no vale la pena seguir a Cristo, porque su vida no cambia; pues, yo os recuerdo que El, vino a buscar lo está perdido. 

   María, del Perpetuo Socorro, no abandones a tus hijos que caen y se quieren levantar.

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